Me quiero dormir. Apago la luz, me acuesto y me tapo. Cierro los ojos. Shhh, traz, traz. Hay un ruido en la sala, me paro, busco, busco; no, no es nada. Me vuelo a acostar. Shhh, pum, pum. ¿Y ahora qué? ¿Qué fue eso? Tengo miedo. Me levanto, recorro la casa. Todo normal, todo bien, todo en orden. Ash, me vuelvo a acostar. Escucho tronar las puertas, crujir las paredes, el movimiento de las persianas. Estoy incómoda. Demasiado silencio en la casa. Demasiado, tanto tanto, que oigo todo, y si no, me lo invento.
Todos se fueron a la playa y yo me tuve que quedar. La verdad pensé que sería perfecto para descansar. Ya estaba el plan: despertarme tarde, comer chucherías, aventarme el maratón de cine que siempre había planeado, dormirme temprano o simplemente no hacer nada. Y no, ni ganas. Qué raro no compartir. Qué rara la casa vacía.
Veo el techo, puedo imaginar formas. Sola, pienso, nada. Observo la ventana, la silla, la lámpara, y un perro ladra. Sólo escucho mis palabras que rebotan de un lado a otro en mi cabeza. ¿Falta mucho para que vuelvan? ¿Qué estarán haciendo? Este es el silencio más incomodo: querer ver a alguien y sólo pensarlo.
Cuando estaba más jovencilla amaba mi soledad. Luego me casé, hijos, familia, vueltas, correr, actividades, pláticas con ellos. Ir al cine, comentar si nos gustó o no. Hablar de la escuela, de los problemas, del trabajo. Compartir opiniones, escuchar, diferir. Con ellos nunca está tranquila la casa: gritos, ruido, música. Nunca callados. Mi visión sobre la soledad cambió, ya no me agrada.
No puedo seguir en la casa, me voy al cine.
Regreso, y todo igual, oscuro, muy oscuro, silencio absoluto. “¿Hay alguien ahí?” Nadie responde. No han regresado.
¿Y por qué truenan las paredes? Para recordarme que no están. Malditas.
Todos saben que hablo mucho. Ya lo he contado, díganme por favor que si se acuerdan que hablo un poquito más que los demás. En mi vida, los silencios en las pláticas con los amigos no existen. No los conozco. Pero en mi casa vacía, carajo, sí que molestan.
El tiempo pasa más lento. Urge que vuelvan. Los extraño.
Sólo quiero decirles (a ellos), que desde que están en mi vida, no hay nada más maravilloso que el escándalo ruidoso que llena esta casa. Y si no se escucha ni un sonido, prefiero los silencios con ustedes.
Esperen, algo suena en la cocina…
Jajajajajajaja Yo estoy igual, puedo escuchar el refri en la madrugada haciendo hielos, la puerta de enfrente truena, los venados se toman el agua de mi fuente, se escucha el viento por la campana de la estufa, y el telefono de la vecina suene y suene, es horrible y le hablo a mi hna. para matar el tiempo por que no puedo dormir y sigue el telefono de la vecina jajajajaja y cuando deja de sonar le digo a mi hna. al fin ya no suena el tel. de la vecina me pone de nervios y me dice, agarrate por que ya la mataron, ahora van a tu casa adiosss. P.D. Tener una hermana asi, que feooooo 😦
Jajajajaja en fin si te entiendo, Es HORRIBLE 😉 < Me encanto gracias por compartir
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Jajajajjaa que poca de tu hermana, yo la mato Jajajjajaja y pues a que volumen tiene el teléfono los vecinos, ni están tan cerca.. O son viejitos.. Jajajja acá suena una alarma de no se que que me pone los pelos de punta jajjajaja gracias por leer primis! Me hiciste reír con lo de tu hermana 🙂 jajajjajaa
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Jajajaja NO estan cerca los vecinos, pero mi oido se agudiza cuando estoy sola y si es una gashaaa mi hna. jajajaja
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Y esta viva la vecina? Jajaja
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Jajajajajahajaja!!!! Sólo para recordarte q en efecto hablas un poquito más q las demás!!
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Jajaja jaja mala! Jajajaa ¿un poquito? Un chorro, me vi muy medida! Jajajaja
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Soy tu fan Grace!!!
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Muchas gracias Silvia, que linda y que floresota! Un abrazo 🙂 Gracias por leer y comentar.
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me gusto mucho me gustars escrivir asi
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Apenas veo tu mensaje, muchas gracias. Saludos 🙂
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