Yo soy de las mamás que se la pasa echándole porras a sus hijos; “¡Qué bien dibujas!”, “¡Qué inteligente eres!”, “¡Qué padre te quedo tu video!”, lo hago porque realmente lo creo y porque creo que es importante que nuestros hijos aprendan a valorarse, a saber que pueden lograr sus metas y sobre todo que aprendan a quererse.
Pero esta semana leía un articulo de psicología que decía que las mamás nos estamos pasando de listas, demasiados piropos hacen a lo hijos narcisistas. ¡Si! ajá, osea que le tenemos que bajar dos rayitas a las flores que les aventamos.
El libro The Narcissism Epidemic: Living in the age of Entitlement (La epidemia del narcisismo) de Jean Twenge, dice que el problema radica en que les levantamos tanto el autoestima que se creen con derecho a todo sin dar nada, que terminan siendo malos amigos, empleados o estudiantes, piensan que no es necesario esforzarse mucho. ¿Por qué? Porque todo lo hacen bien y no se necesita hacer más.
En las relaciones humanas no están dispuestos a escuchar criticas o a aceptarlas. No son modestos y les falta humildad. Por ende estas relaciones no llegan a ningún lado y estos niños sufren las consecuencias. Esperan que el mundo entero los alabe y cuando no sucede así no lo entienden, porque ellos creen que lo merecen.
Los hijos narcisistas generalmente tienden a tener un ego endeble contrario a lo que se podría creer. Tampoco se esfuerzan por mejorar sus calificaciones escolares, porque de igual manera ya son “genios” y se les da natural, no existe el concepto de lucha y esfuerzo en ellos. Se hacen arrogantes, irascibles y a veces hasta violentos.
Las personas narcisistas lo que buscan es aprobación, halagos, admiración, pero no realizar lo que deben para adquirirla, exigen atención pero no están dispuestos a darla. Lo que necesitan no son halagos, sino que los guiemos.
Así que hay que levantar el autoestima de nuestros hijos, pero no inflarlo de más. Hay que ayudarlos a que ellos logren sus metas, que triunfen, pero con base en sus propios méritos, dejarlos que aprendan y no engañarlos sobre los resultados.
No queremos crear monstruos egoístas que en un futuro sean tiranos.
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