Mérida, una ciudad señorial

Hace algunos años ya había visitado Mérida y sus alrededores, regresé de ese viaje con una buena impresión, pero no deslumbrada. Ahora que volví encontré una magia especial que aquella vez no vi. La diferencia fue que esta vez llegué con ganas y con tiempo de descubrir la zona.

Tomé el primer vuelo de Aeromexico a la ciudad, siempre prefiero los primeros vuelos para poder aprovechar el destino. Esta vez viaje con amigos fotógrafos que igual que yo, están buscando la foto perfecta para guardar el recuerdo o subir a sus redes. Hicimos check in en el Holiday Inn de Mérida que me encantó por su arquitectura y estilo colonial (digno de la ciudad), luego nos dirigimos a conocer una de las haciendas típicas de Yucatán.

El primer punto fue la ex hacienda henequenera Xcanatún, que data del siglo XVIII. El lugar está a aproximadamente 20 minutos de la ciudad de Mérida. Puedes llegar y pedir que te lleven a hacer un recorrido para conocer y después sentarte en su restaurante gourmet “Casa de Piedra” a cenar o comer con tus amigos. Si tienes tiempo es perfecto para pasar un rato platicando en la terraza admirando el patio principal de la Hacienda.

 

 

Más tarde regresamos a Mérida y decidimos conocer el centro de la ciudad, en verdad una maravilla. La Plaza Grande (plaza principal) esta rodeada de edificios coloniales, color y vida. Edificios con mucha historia, casonas convertidas en museos o oficinas de gobierno, comercios, restaurantes y la gran Catedral que domina la plaza. Para conocer definitivamente, debes recorrer sus calles y adentrarte en los lugares como Museos que permiten visitas. Otra visita obligada en esa zona es el Paseo Montejo, que está a unas cuantas calles. Las maravillas arquitectónicas de la época colonial son verdaderamente hermosas, recorrer el paseo te tomará una hora o dos pero vale mucho la pena.

 

 

Para cenar, nos detuvimos en un mercadito pequeño y más local: El Mercado 60, una nueva opción culinaria y cultural en la ciudad. Al estilo de comedor como ya está de moda, encuentras muchas opciones para elegir lo que se te antoje, desde pizza hasta burritos estilo norteño.

En nuestro viaje no nos podía faltar conocer alguno de los tantos cenotes que hay alrededor de Mérida. Si lo que quieren es relajarse, yo les sugiero levantarse muy temprano para no llegar junto con los demás turistas. Yokdzonot es un cenote no tan visitado, está a una hora aproximadamente de Mérida y tiene una mini bahía para sentarte con tus amigos.

 

 

Mientras unos se bañan, otros pueden simplemente recostarse y disfrutar de la vista. El lugar cuenta con una tirolesa que pasa sobre el cenote.

 

También deben visitar Izamal, un pueblo mágico a una hora de la ciudad. Nosotros quedamos enamorados del lugar, con sus construcciones entre prehispánicas y coloniales. De aquí me encantó el color amarillo quemado, predominante en todas sus casas. Una tras otra, pintadas del mismo color y la majestuosidad del Templo de la Purísima Concepción y ex Convento de San Antonio de Padua que se impone por su gran tamaño y belleza.

 

 

Ahí en Izamal les recomiendo comer en el restaurante El Kinich y probar la comida típica de la zona. Hay desde panuchos, pipián de venado, hasta papadzules y longaniza.

 

 

Nuestro último día en Mérida optamos por visitar la playa Sisal, que se encuentra a 53 kilometros y no podía faltar en nuestra visita, esta playa casi virgen que es el lugar perfecto para tomar un respiro de la ciudad y descansar. Y bueno la belleza de las playas de Yucatán son de admirarse, arena clara y agua cristalina. ¿Qué más se puede pedir?

Sin duda Yucatán es el lugar perfecto para una experiencia inolvidable.

 

 

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