Recuerdo perfecto el día que nació el hijo número uno. No les voy a contar toda la historia, porque seguro han leído o escuchado muchas: la corredera y el estrés de llegar al hospital, que no se te olvide la maleta, que sí, sí se te olvidó; que llama al doctor, que si las contracciones cada cinco minutos o cada tres; apúrate que no llegamos, no tan rápido que tengo contracciones; que no, que si, que mejor regrésese a su casa, que camine, que no camine…
Después de todas esas aventuras, llegué al quirófano. Otra historia más con la que no los aburriré. Lo que sí les cuento es que el chamaco llegó, cuánta felicidad, qué bonito sentimiento y shalalala. El problema fue unos minutos antes, en el momento en que me pusieron la anestesia. Entonces sí, todo valió gorro, me convertí en una mujer maniática, histérica y autoritaria. Y a esa persona histérica sólo le enseñaron a su bebé dos minutos y se lo llevaron. A ella la mandaron a la sala de recuperación.
Ahí estaba esperando, aún bajo los efectos de la anestesia, medio loca y nerviosa. Desesperada, queriendo ver a mi hijo, pensando en mil y un tonterías. La anestesia nunca ha sido lo mío, siempre me despierta algún demonio dormido.
MIENTRAS esperaba, no sé en qué momento intenté mover mis piernas, y nop, no se movieron. Pensé: “Es la anestesia, en un rato pasará”; esperé, esperé, esperé. Me sacaron de la sala de recuperación y llegué a mi cuarto. Ahí estaba el papá de mi hijo, muy contento, pero yo no pensaba en nada más que en mis piernas, ¿por qué no se mueven? Empezaron a llegar las visitas con felicitaciones y regalitos, pero mientras ellos hablaban y brincaban de felicidad, yo sólo atinaba a ver fijamente mis piernas, sonreír y ver mis piernas (aún seguía en mí la vieja histérica esa, la señora anestesia-despierta-demonios).
Llegó la hora de ver a mi bebé, estaba hermoso; bueno, no tanto, tenía la cara medio hinchada y como todo recién nacido, se veía medio chistosito. Le dí de comer, estuvo un rato y se lo llevaron. ¿Y qué creen? todavía no podía mover las piernas.
No sé qué más paso, ni cuántas personas entraron y salieron, qué me dijeron, ni qué buenos deseos traían, sólo sé que de pronto el dedo gordo reaccionó. ¡Woooow! Un momento de infinita felicidad, también el instante del nacimiento de mi hijo, no sean así, soy una persona sensible, sí me emocioné. Pero ahora el dedo gordo brillaba como un tesoro, se veía rete gordito y bonito; desde mi atontamiento, vi cómo se movió, y luego el otro dedito y el otro y el otro. Quería gritar de alegría pero nadie me pelaba.
Y ¡zas! me dí cuenta que la anestesia dejaba de tener efecto en mí, que había alucinado muy gacho y pensado muchas tonterías. Me empezaron a dar vergüenza mis pensamientos, pero más que nada estaba feliz de que la dulce Grace había vuelto… junto con mis piernas.
Recuerden, si están anestesiados no son ustedes, son su subconsciente despertando a su peor yo.
Aviso tardío, esta entrada no trae moraleja. Fin.
Primero un bebé y luego un dedo gordito. Día redondo. Abrazos.
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jajajajajaGracias Eugenia, si y ambos redonditos y hermosos jajaja a Un abrazo..
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Jejejejejeje, me hiciste reír!
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Gracias por leer mis locuras Adriana 🙂
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Jajajajajajaja gordito y redondito
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Bien redondito amiga jajajajaja gracias por leer 🙂
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Jajajajajajaja, hola amiga Grace!!!
Me hiciste reír con tan singular anécdota, pienso que sí tiene una moraleja al final… «las anestesias provocan el despierta demonios hasta cuando los «gorditos» comienzan a moverse y vuelves a ser dulce porque su efecto terminó.»
Lo increíble, nadie preguntó tu angustia entre tanta felicidad… que malos!!!!
Buena vibra mi estimada y excelente tarde te deseo.
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Gracias Ismael, por leer y compartir, te mando abrazo 🙂
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Jajajajajajajajaja he reido como loca con este post XD
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Mil gracias por leer Lilian 🙂 Saludos
Grace
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Te entiendo perfectamente, en mi dos primeros embarazos no tuve esa reacción, pero con mi tercer bebe… Me entró una desesperación y una ansiedad, me sentía literalmente invalida… En la sala de recuperación
me dijeron : no te pasaremos a cuarto hasta que puedas mover las piernas… Y durante dos horas estuve intentando moverlas como en la película de kill Bill en el asiento de atrás de la pussy wagon.. Y cuando finalmente pude fue un alivio. Recientemente me operaron de una hernia y me pusieron la raquea.. Y nuevamente empecé a sentirme súper mal, mas cuando me sentenciaron que si para las 7 pm no movía las piernas pasaría la noche en recuperación y no podría ver a mi esposo hasta el día siguiente. Comencé a intentar moverme hasta que cuarto para las 7 lo logré y se lo hice saber al enfermero en turno con una gran sonrisa!! Buena anécdota la verdad me gustó mucho.
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Muchas gracias Sheila, después del hijo número uno he tenido otras operaciones pero ya me siento muy segura de que el movimiento regresara.. jajaja Un abrazo 🙂
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Jajajaja, yo creo que algún día seré mamá, y MIENTRAS pasa esto, alguna vez había pensado en cosas de este tipo, y no sabes cuánto alivio sentí de ver que puedo pensarlo y sentirlo, sin que eso desluzca el bello momento (porque algo ha de tener de bello). ¡Gracias, amiga!
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De nada Guille, todos te preparan para el parto o la cesárea pero nadie te dice que te va a sacar de onda la reacción de la anestesia, jajajaja Un abrazote amiga 🙂
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Jajajajaja, de risa loca!
Cuando nació mi hijo, fue la primera vez que entré a un quirófano, asi que iba con muchas expectativas, la anestecia en mi, causó mucha risa y cámara leeeeenta. Me acuerdo y quiero anesteciaaaaa. Ok no!
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Si te pone como rara la anestesia, el papá de mi hijo, en un momento se acerco y me dijo «Ya deja de hablar, pareces vieja borracha» jajajajjaa..
Saludos y gracias por leer 🙂
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Jajajajajaja eres unica, pero ser primerisa influye bastante jajajaja siempre me haces reir 🙂
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Gracias queridísima prima, yo y mis locuras, gracias por leerlas y compartirlas 🙂 Abrazos
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jeje… o sea que nunca se te pasó la anestesia por completo??… desde que te conozco eres medio loquilla o loquilla y media 😛
Saludos Grace, escribes muy sabroso!
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Jajajjaja se despertó mi locura dormida Cindy Jajajajjaja la anestesia fue el pretexto! JAJA gracias por pasar a leer y un abrazote para ti 🙂
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Amiga, tengo varias historias en la relacion Grace-Anestesia, pero no te preocupes, seguiran ahi guardadas donde deben estar!! jajajjaaj Besos!
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Si cierto!!!!! Jajajajjajaa y unas muy buenas jajajjajaja Me estoy acordando de la primera y ya me estoy riendo jajaja te mando un abrazo! Gracias por pasar al
blog 🙂
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jajaja que risa! Aunque no estabas tan loca, sí te da miedo de pronto no sentir las piernas. Una vez me operaron también, y la anestesia me duró toda la tarde, igual sin sentirlas, y somos tan tercos que ahí es cuando valoramos. Por fortuna volviste a ser tú y los llantos de tu baby te lo recordaron meses después :p
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Si caray, se pierde uno en la anestesia y la frustración de no sentir.. ahora me rio, pero en ese momento ¿qué tal? jajajaja
Saludos y gracias por leer 🙂
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Graciela, me encanta la frescura de tus textos, así tal cual eres tu.
Y si, también amé al gordito, jajaja.
Te quiero
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Gracias amiga, es reciproco, y el gordito también te manda saludos jejeje 🙂
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Q chistoso yo no me acuerdo si me podía mover, lo q si recuerdo es q a sólo 3horas de haber nacido mi hija ya tenía q cuidarla y cambiarle el pañal con todo y mi dolor por la cesárea. Saludos y muy buena tu anécdota!
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Yo ni el dolor de la cesárea sentí jajajaja, pero que tal después? jajajaja . . Gracias por leer y comentar, saludos 🙂
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Jajaja, increíble anécdota, creí que yo había sido la única. Una vez que pasa la anestecia el dolor sigue ahí pero la emoción y alegría de tener un hijo entre los brazos no se compara con nada.
Un fuere abrazo Grace!
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Exactamente, mil gracias. Y va un abrazo de regreso.. 🙂
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